llinois Trust and Savings Bank, Chicago
J llegó al banco. Era tarde, pero aun estaba abierto. Esperaba encontar cierta cola, primeros de mes, pero no a doce personas aguardando turno. Con el ánimo paciente se puso a la espera; en el mostrador el cajero atendiendo a una señora, mediana edad, bolsa del Corte Anglosajón, sus labores...
Para sorpresa de J, el reloj digital del banco ya va marcando que han pasado diez minutos. Diez minutos de reloj. Diez minutos uno detras de otro. Como las doce personas que aun estan en la cola esperando que aquella señora, por dios, termine de una vez. Los móviles suenan, inlcuido el de la señora de cabeza, que ante el asombro de J, se apoya en el mostrador y comienza una breve conversación.
Breve pero ya vamos camino de los veinte minutos. El desánimo empieza a hacer mella en el personal y J va ganando puestos en la fila: una, dos, tres personas se van. Veinte minutos y la señora deja el mostrador. No. Vuelve. No. Se va. Hay un momento de incertidumbre y veinte minutos de espera. Se va. Hinchada como una gallina y el mentón alto, mirando para el fondo, como si allí le esperase alguien; Y según va dejando el mostrador J empieza a aplaudir, un aplaudir lento y con sonido hueco. Primero le mira la gente más cecana en la cola, luego el cajero y a medida que la señora se acerca al final de la cola, el resto de empleados. Ya no se escucha ningún murmullo, ninguna queja, ninguna concersación de telefono, ninguna tecla pulsada, ni el murmullo del aire acondicionado. Ya nadie alza las cejas ni se encoje de hombros. Todo el mundo mira a la señora y solo se escucha el sonido hueco de las palmas de J, chocando una contra otra, como si chocaran contra la cara de la señora. Una tras otra.
La señora pasa al lado de J. Agacha la vista, se recompone y sigue su camino. J deja de aplaudir. Aquella señora ya se ganó sus quince minutos de gloria. Pero ni uno más.
***
Estamos cansados de escuchar, lo bien que le va a la banca, los positivos beneficios, las ganancias en comisiones, lo que suben sus acciones y lo felices que son sus accionistas con el superavit a fin de año. No me extraña. Si J ha perdido veinte minutos en la cola del banco, alguien habrá ganado por otro lado. Porque el tiempo es oro. ¿Y si tanta ganancia tienen los bancos porque no pueden contratar un cajero en practicas, con un contrato basura, de despido barato, para no demorar la atención al cliente en los momento que, estadisticamente, son punta?
Si Uds. se lavan la conciencia con una Fundación, permítame que les diga qué mierda de conciencia la suya.
Si Uds. se lavan la conciencia con una Fundación, permítame que les diga qué mierda de conciencia la suya.
Ahí está la ganancia. En el tiempo que Uds. y J han perdido. Donde Uds. pierden, gana la banca.
1 comentario:
jejeje ¿dinero extra?
Si. Imaginatelo, domicilias el recibo de la luz, por la comodidad y por no perder ni un minuto en leer recibos y demás papeles. Sorpresa doble la tuya, tanto el banco como la empresa de la luz son unos ineptos. El del banco decide no pagar los recibos de la luz. El de la luz decide no enviarte los avisos de impago. En resumen, que esos dos que no se si seran familiares o de la misma dinastian, te hacen perder el doble de tiempo. No me ha pasado a mi, pero ya sabes, le paso a un amigo de un conocido.
Un saludo.
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